JAULAS DE CEMENTO

Cuesta entender eso de que "rara vez la flor permanece" y cuando lo hace no suele ser del todo la misma aunque se le parezca.
De hecho las tardes de domingo se parecen y salvo las de invierno en el sofá de peli o libro y relax,o las de primavera junto al mar ...a mí no me convencen.
Desconozco el porqué o si tiene que ver con el hecho de nacer en domingo,pero a mí me saben a postal sin destino y a largo, silencioso y gris.Fíjate que a veces prefiero algunos lunes ,cosa rara,pero a veces la posibilidad de otro ritmo me entusiasma,claro que a veces no es más que eso,esa necesidad de fundirme con la gran ciudad y no sentirme sola...o al revés,buscar mi rincón en cualquier plaza o bajo un árbol del Retiro y sentirme pequeña como cuando llega el invierno y el cielo se transforma por culpa de las calefacciones.
Todo se transforma,hasta yo,aunque a veces no me de ni cuenta;pero lo que sí perdura es el hecho de que echo mucho de menos Madrid y que cuando va todo mejor aguanto, reconozco que me gusta esta ciudad .
Pero cuando los días se vuelven espesos y las oportunidades no llegan de ninguna de las maneras y cada proyecto en el que me embarco se vuelve baldío,ese tren que me lleve de vuelta aunque no sea para siempre se me antoja como un auténtico helado de chocolate o ese caramelo que parece interminable.
Quizás sea el deseo de cambio que vaya con su carga de olvido,el hecho de que a veces analizo todo demasiado...o quizás aunque me empeñe y lo intente sea cierto eso de que no estoy en mi sitio .
Las tardes parecen serenas y tranquilas al levantar la persiana y apenas escuchas nada excepto las teclas de este ordenador o un del coche lejano que pasa a lo lejos.