A la memoria de las viejas
tabernas, dijo Alan en voz alta. Lo hizo brindando por todo lo que se había esfumado
en un simple chasquido. Alzó la copa frente al espejo y sintió un escalofrió al
ver su imagen reflejada. El espejo le regaló la viva imagen de su padre y el
asco le recorrió por completo. Al salir del bar el viento de poniente le
golpeó, pero lo agradeció. Regodearse en el dolor se había convertido en un
bálsamo. Aquél viento de mierda parecía desafiarle, aquél viento junto con su
pariente el levante, que arrasaban con todo lo que le importaba. Los árboles
centenarios y los bancos le invitaban a continuar, mientras que las grúas del
puerto y el mar, le invitaban a abandonar aquél baile sin sentido. Un
pensamiento le llevó a Max y sin saber por qué sacó aquella pequeña libreta de
color rojo que él le había regalado. Volvieron por un momento aquellos días en
Amsterdam antes de que él se marchara.Al principio le llegaban datos sin
sentido, pero poco a poco la ciudad que tanto había odiado junto a su gente
comenzó a contarle su historia. Cádiz 1 de Noviembre de 1755...
nos vas a contar una novela?
ResponderEliminarun principio inquietante e intrigante...
besos.
Claro,tiempo al tiempo!Besos
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