lo esperado,por lo que decidió hacer una parada en aquél café con el reloj de pared muerto en otro
tiempo muy diferente.Aún no sabía si había hecho bien y por su alborotada cabeza aparecían
pensamientos recurrentes que le indicaban que debía haber rehusado la invitación.El primer sorbo de
café le reconfortó pero a medida que miraba a través de aquél ventanal un nudo parecía ir
aprisionando cada una de sus vísceras a la par que se iba acelerando su endeble corazón.Habían
pasado quince años desde la última vez que se vieron y apenas habían mantenido contacto
alguno.Aún así ,ni el tiempo ni la distancia habían borrado ni uno solo de los recuerdos,ni los dulces
y espumosos,ni los de hiel.Todavía no acertaba a ver con claridad en la película de su vida qué era lo
explosionando dejando sus neuronas fuera de juego.Decidió pedir algo más potente que un café y
poco a poco creyó calmar algo aquél remolino que amenazada con engullirle hasta hacerle
desaparecer.Apenas quedaban dos horas para el encuentro,se dijo,tratando de que su saliva dejara
aquél nivel de densidad;pero cada vez que miraba hacia el andén y veía que el tren no aparecía,algo
hacía tambalear aún más sus cimientos.
Trató de no hacer movimientos agitados,de escribir unas líneas y de cerrar los ojos, pero todo era en
vano.Solo podía balbucear para pedir al camarero una copa más y agitar los dedos sobre la mesa cual
mal prestidigitador.El clima parecía acompañar a su cuerpo y había comenzado una molesta ventisca
que le daba a aquél hotel de carretera entre montañas un aire algo siniestro,pero quizás todo estaba
en su cabeza.Probablemente a las siete de la tarde aparecería ella serenando aquél viento y con una
explicación que respondiera al interrogante que llevaba tatuado en su muñeca.
Un momento
ResponderEliminarun escrito
Me ha gustado
un saludo
infinito
Gracias por tus palabras,feliz estancia en el blog.Abrazos
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