domingo, 24 de julio de 2016

CARTAS DESDE EL OCÉANO


Convertido en un repentino e improvisado explorador,con cámara en mano y aquél extraño sombrero ,me dirigí hacia las escaleras del edificio.Mis largas piernas agradecieron que no hubiera posibilidad de coger un ascensor y bajaron más rápido de lo que iba el resto de mi cuerpo,que a veces se empeñaba en ir en ralentí,quizás presionado por tantas corrientes nuevas que trataban de conservar mi alma en formol.Cuando salí a la calle,aquella brisa con toque de espuma de mar me acarició y olvidé que estaba allí por una razón,escribir aquél artículo que nadie había querido y olvidar.Pero olvidar se iba convirtiendo dependiendo del día en tarea más o menos ardua, sobre todo,la certeza de que el hecho de olvidar resultaba tan obsesivo ,que a cada paso que daba,los recuerdos se hacían más nítidos.
Recordaba aquellos ejercicios de respiración, la música trascendental y mis intentos por acercarme de pleno a la meditación,pero yo,un alma inquieta y de fácil distracción había sido el hueso más duro de roer para todos mis maestros espirituales.
El mar ,la fotografía y los libros,eran las herramientas con las que yo contaba para olvidar.
Sabía que olvidar a Carol me iba a llevar dos vidas al menos,pero quizás recorrer los últimos escenarios que ella había pisado,podría ayudar a todos los niveles.
Primero,a conocer los hechos que la empujaron a marcharse de forma tan repentina,que dejarían la culpa asumida por fin en lo más profundo de la memoria;y en segundo lugar,la firme realidad de que su padre agradecería el esfuerzo ,dejando zanjado un asunto que a medida que avanzaba por las calles malagueñas,se me antojaba más turbio ante la sospecha de que su desaparición no había sido del todo voluntaria.Esta idea de nuevo formato ,iba empañando todo ,a la par que la sensación de cierto alivio iba cobrando fuerza.
Caminé tratando de respirar con dosis de disimulado nerviosismo y me dirigí hacia el café en el que tantas veces habíamos parado ,donde el camarero menos comunicativo que me había encontrado hasta ahora,observó con recelo mis pasos y miró con desdén la foto de Carol,aquella foto tomada en el puerto donde su sonrisa brillaba más que las diminutas estrellas que había en su sombrero de paja.
Ese fue el día,el día en que las dos mitades que conforman mi ser,se despertaron con una extraña e inquietante sensación.Pero la normalidad del día de vacaciones,dejó  a un lado ese sexto sentido que tantos problemas me había ocasionado y que había heredado de la rama materna.
El día de playa siguió con una frugal comida es Salt and Pepper ,a la que le siguió una breve siesta.Me costaba dejar esta costumbre que tanto cabreaba a mi mujer.
Ella sonrío cuando le dije de volver al hotel,haciendo mis bostezos más sonoros para provocar su risa y evitar cualquier tipo de discusión. Carol por su parte,decidió quedarse por el centro curioseando y sé que había decidido tomar café en aquella pastelería nueva ,calco de las parisinas donde una vez que atravesabas la puerta,conseguías transportarte a otra realidad.
Pocos lugares consiguen tener ese magnetismo.Los muebles lacados en negro,la música y el intenso olor a flores,contrastaban con los expositores de cristal llenos de intensos colores, donde las tartaletas,los macarons y todas las delicatessen que una vez probamos en su réplica de Los Campos Elíseos.Nadie nos había hablado del sitio,había aparecido como por arte de magia para deleitar nuestros sentidos y recordarnos a otro verano ya mítico de nuestras vidas ,difícil de superar.
Nos hicimos la promesa de regresar y fue allí,justo allí,bajo un decorado demasiado perfecto donde nos perdimos de alguna forma el uno al otro.Aquí es donde sí que no puedo evitar el pensar aquello
de que cualquier tiempo pasado fue mejor.
Hoy,sigo siendo Sergio,pero sólo una mitad extracorpórea de lo que fui.Me dirijo a Kenza,aun a sabiendas de que allí no voy a encontrar nada ,salvo los restos de un incendio que se llevó consigo todas las historias que allí tuvieron lugar;y sin embargo,voy con la esperanza de que sus muros callados,ahora que ha pasado un tiempo que distancia todo,me cuenten algo.Esa pieza abstracta que me falta y que yo,un hombre normal y corriente de los que no te giras al ver pasar,no acerco a entender.
Esa otra realidad remota que me devuelva a los días perdidos junto con mi fe.



4 comentarios:

  1. pudiese ser la vida de cualquier persona....
    la mía es aún más simple

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ya,claro...hay que darle rienda suelta a la imaginación, que si no, todo es un poco aburrido.

      Eliminar
  2. Olvidar no se hace cada día mas nítido, solo los detalles son los que perduran y a veces, esos, nos lo hemos inventado sin darnos cuenta.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cuando uno se emperra sí,es tarea perdida...y acabas viendo todo mucho más claro,Al menos es lo que le pasa a él.Si lo dejas estar,pasar y no intentas nada todo se va poco a poco diluyendo...aunque regrese,pwero seguro que con menos virulencia.

      Eliminar