jueves, 8 de agosto de 2019





PULGAS EN EL PANTALÓN

Comienza a sonar Negro cinturón  y reconoces parte de la letra en la tuya propia. Algunos días, no puedo ser la chica de ayer, quizás, nunca lo fui. Una nueva versión de mí, aparece y desaparece a golpe de los trabajos que tengo que rechazar y en las personas que de desvanecen en estos tiempos tan irreales. Son partes de una lima, que te va arañando  y dejando cierta huella, a la par, que depura tu alma. En estas estamos, cuando una de esas noches conoces a alguien. Mi nombre es Sally.
Podríamos decir que vivir aquí es agradable, pero hay algo que enrarece el ambiente y las rutinas, van desapareciendo, en un devenir de unos días que se parecen a todos. El sol calienta, el mar sigue ahí, pero hay algo que te dice que todo va a desaparecer, que estás en un espejismo del que querrías salir, ahora que el suelo tiembla bajo tus pies. Soy Sally, como la chica que encontró Harry. Hoy, he desayunado  con alguna que otra cerveza,  en misión olvido, porque aquí, todo el mundo predice con la mayor de las vehemencias, lo que me va a pasar. Ya he pasado por unas cuántas historias imaginarias y algo incipiente, que sí parecía real. Parecía que de una vez, algo había venido de forma tangible a buscarme. Christina Rosenvinge y lo que pareció ser su historia con el de Gijón, en algo, bien se podrían haber parecido a la mía. Más liviana y sin drogas duras,una, buscaba alguien con quien compartir, pero era una de esas, que si continúan, sabes que te van a resquebrajar por completo. Pero como un hámster masoca, todavía he seguido  ahí, quizás, por la curiosidad de ver a qué saben los abismos, entre tanto tedio y aburrimiento. Abismos y noches que se envolvían con todo lo que a estas alturas me podía alumbrar en alguien. Al fin y al cabo, no había salido con nadie, desde que Mark y yo rompimos nuestra historia de casi dos décadas.  Aquí todo parece capaz de borrar el pasado, hasta que metes el `palito de naranjo quitacutículas... y entonces, aparecen tus pasos condescendientes, en una sopa extraña de seres sin camino, sin destino o cuya hélice de ADN ha mutado seriamente. Entonces, un día cinco de Mayo, como sucede desde que llegué a la ciudad, algo transmuta y mi vida gira a la velocidad del rayo. Es el día de la madre y estoy desolada, te echo tanto de manos que busco señales de que sigues a mi lado, mamá. Tu perfume viene con el viento y me siento en una terraza que sé que te gustaría, donde han colocado siemprevivas. Imagino nuestra conversación y llevo junto a mí a Jonas, el perro que me regalaste aquél último cumpleaños. No te he regalado nada, o quizás sí, pero tú has guardado para mí algo. Entro en el bar de las luces extrañas y me siento sola, como casi siempre; y sin embargo, alguien que me presentan se sienta a mi lado. Todo parece irreal, suenan The Smiths. Yo estoy y no… El me gusta, me intriga. Se llama como el abuelo. Parece que no me he marchado de aquí por algo, creo que de hecho lo has enviado tú. Bebemos y hablamos, sobre todo él. Me gusta su acento y sus gestos, pero no me acabo de fiar. Es de noche y es un bar. Me siento guapa, hacía mucho que no. Los días pasan, nos vemos a menudo y reímos sin parar. Parece ver lo que hay detrás, esto no me puede pasar. Los días de Mayo dormitan, transitan y cada día quiero más. Permito que entre en mi mundo, en mi vida. Pero como las adictas, yo quiero algo más. Quiero entrar en su mundo y no quiero dramas esta vez. Siempre es la misma cantinela, soy compleja y me gustan los chicos con problemas de comunicación. Creo que realmente es tímido…y le psicoanalizo. Joder, lo hago conmigo, con las situaciones, con todo. Con él más y se lo digo. Soy experta en romper el encanto, pero me ha dejado tantas veces tirada que el miedo precipita todo. Necesito libertad y él, nunca he sido celosa, pero esta vez, el no saber dónde está, ni cuando nos volveremos a ver, me va aniquilando. Me engaña con el licor, aunque no somos aún nada. Descifro qué he visto en él,si no hay nada, si no es claro, si me tira migajas. Sus cambios, sus desplantes y yo….en la cuerda floja. Quiero estar mejor y recuperar mi forma física, sin embargo todo nuestro mundo gira en torno al alcohol. Entonces pienso en la actriz, la misma actriz que interpretó a una alcohólica y a la que mi suegro detesta ferozmente. Me asusto, yo no quiero ser esa mujer, pero aquí hay algo que se escapa de mis manos. Quiero estar con él pero no hay nunca un plan. Como una adicta no sé cuándo va a aparecer. Pero no hay nada más que las ganas de desentrañar los misterios. Pienso en beberme esos labios que a veces no expresan, salvo cuando se ríe. Se ríe y se iluminan sus ojos y parece de otro lugar. Le conozco de antes y nunca he estado en este bar. Cerramos las noches y quemamos la ciudad, pero siempre quiero más. El tiempo vuela y mi poca fuerza se me va...sin voluntad. Trece días, trece noches, trece rosas sin cortar. Creo que me voy a acabar por enamorar. Un regalo, un regalo que en nada me hace sospechar. Como si no hubiera carteles, ni  luces de neón, ni una mentira envuelta, cargada de alquitr4án y envuelta con su papel celofán. Aquí todo es etéreo, los aprendizajes y algún karma por depurar. Yo, exploradora de emociones, sobre todo , de las mías. Hace ya dos semanas desde que todo saltó por los aires y aunque sabes que nada era real y la película posible y hermosa estaba en mi cabeza, algunas cosas, me cuestan un poco más que a los demás. La verdad, es que nunca me había enamorado de alguien como mi padre, nunca. Era por lo que tenía que pasar, para que terminara de entenderme. Suena raro, pero como otras mujeres, me he visto en ese rol. Pagando copas, de un dinero que no tengo, solo por estar con él. Maltratando mi tiempo, por alguien que nunca ha sentido nada por mí; y sin embargo, pese a los desplantes y la humillación, todavía me cuesta no creer. Todavía esperas que te digan que esta  vez, te equivocas por desconfiada ante tu historia familiar. Es difícil no creer que esas noches cómplices y los besos que yo buscaba forzosamente, fueron solo para mí.
La vida me cuida, protege y salto los obstáculos, pero siento que nada es para mí.
Estoy de paso en la vida de todos, yo, soy un pasajero,  que solo viaja...a través del tiempo. Algún día, regresaré al lugar al que sí pertenezco, pero aún me faltan piezas de mi puzzle por montar. No huno historia, no hay historia; y sin embargo, me encanta lo que ha pasado al recuerdo, lo que resuena en mi memoria cuando omito que casi me dejé engañar, que casi pierdo la cabeza por el señor Woolf y ahora solo quiero…escapar. Eximo mi culpa, esperando una conversación que no llegará. Sonrío sintiendo el peso ante la realidad de que no miento, si reconozco, que aún miro los mensajes entre el correo o en la pantalla al despertar. Sin embargo, sé que ya he despertado del espejismo, por fortuna. Por supuesto, su versión es bien distinta y la voluble siempre fui yo…no por su forma de actuar. Erróneamente le quería ayudar, así salvarme yo, pero nadie puede ser salvado…solamente yo. He encendido una hoguera con las cartas que escribí, con todo lo que no te pude decir. Ahora, hago tazas con mensajes para los demás. Mensajes negativos, que enganchen con nuestros polos positivos, para que nunca nada, nos haga, por tristeza o por apatía…regresar a una Corea mental o a nuestra Siberia más personal. Porque aunque seamos distintos y aunque cada uno te mire desde sus gafas  más personales, todos pasamos por secuencias similares en esté plató de televisión, que es la vida.