jueves, 15 de marzo de 2018

CUERPOS EXTRAÑOS
Todo ocurrió tan de repente,que los dos decidimos guardar
silencio;y la verdad es que creo que más bien fue porque los dos sabíamos que la noticia no había sido del todo inesperada.Podíamos ser dos personajes sin esperanza de cualquier serie de domingo por la tarde;y sin embargo,nada parecido.Sobre la mesa un ejemplar de "Plátanos sin alma", aquél título peculiar de la novela preferida de él. Junto con aquella, el primer periódico donde Marcos publicaba las esquelas por encargo desde que nos conocimos.Nunca me había parecido un trabajo demasiado extraño,aunque quizás el paso de los años y las nuevas circunstancias me habían ido haciendo reprimir algún que otro grito.Esta vez el hecho de que el muerto fuera conocido me dio un escalofrío y creo que de alguna forma me robó un trozo de infancia,o puede, que también me devolviera en una especie de inesperado vómito, por segundos a ella.El caso es que nunca me había sentido tan farsante,pues ya sabía de antemano que las esquelas se encargaban con antelación,demasiada antelación.La verdad es que nunca quise preguntar a aquél chico que me miraba con admiración,pero a veces mientras asaltábamos una librería,me preguntaba cómo podíamos llevar aquél tren de vida con tan sólo aquellas esporádicas publicaciones.
Justo andaba pensando esto,cuando algo llegó a mi correo de manera urgente; y fue entonces,cuando aquella sonrisa,su preciosa sonrisa, se congeló.Sentí como si mis diez años de convivencia hubieran chocado contra un certero iceberg.
Mientras,mis ojos,a punto de salirse de las órbitas,observaban en la pantalla del teléfono, cómo mi nombre retumbaba en luces de neón y bajo él...tan solo un tenue: "Tus padres y esposo siempre te recordarán".

jueves, 8 de marzo de 2018

NADA



No obtuve los billetes a tiempo, por lo llegué a Barcelona ya de noche, cuando nadie me esperaba.
Era la primera vez que viajaba sola y aparecí en la estación de Francia tres horas más tarde de lo previsto.
Nunca había estado en una ciudad tan grande era la primera vez que viajaba sola, pero lejos de asustarme, aquello me daba una sensación de libertad desconocida. Los distintos aromas,las luces y los murmullos de la gente, me ensimismaban y me hacían sentí algo nerviosa. Estaba presa de la emoción de la novedad.
Quizás, mi aspecto risueño contrastaba con mi viejo abrigo, que con la brisa, me daba golpes en las piernas.
Seguí a la gente con mi pesada maleta, puesto que iba llena de libros.Cuando me quedé sola, pues la mayoría de la gente había elegido el tranvía como transporte, me dispuse a coger un taxi.
Era un destartalado coche de caballos, de aquellos que habían vuelto a aparecer tras la guerra. 
Cuando llegamos a la calle donde residía mi familia,aquello me pareció más una pesadilla.
Todos dormían y a mí aquellos balcones me parecían iguales.Traté de adivinar cuál sería el de mi próxima residencia, mientras pagaba al taxista,nerviosa y expectante.Subí aquellas viejas escaleras con el corazón acelerado; y al llamar, una voz temblorosa me contestó al ritmo de unos pies que se arrastraban por el pasillo