viernes, 1 de julio de 2016

LA MUJER EN LO ALTO DEL CASTILLO


Lo que nos hacía inmortales se veía en las estrellas,en las páginas de cada historia o en los libros que guardábamos y que habíamos hecho nuestros.Era una tarde de tantas,sin molinillos de viento flotando por el aire,sin saltos en los colchones de lana y sin siesta para recomenzar el día.
Calentaba algo en el fuego,quizás una de esas teteras de las que salen en las películas y que silban,de esas que toman protagonismo justo cuando algo va a pasar,o en el momento que aparece esa visita inoportuna...o quizás más oportuna que nunca,la que te salva de algo que va a ocurrir,o simplemente de ti.
Todo esto iba viajando en distintos vagones por mi cabeza cuando alguien tocó aquella campanita que había sobre la puerta a modo de timbre.A medida que me acercaba,unos nudillos golpearon insistentemente y cuanto más avanzaba,más intenso se hacía el olor a heno ,regalándome una extraña sensación de familiaridad ,que aumentó justo en el momento en que abrí la puerta
Allí,frente al felpudo de flores e insectos,un hombre alto vestido de negro,como de época y con modales muy estudiados y anacrónicos,me sonreía con un interrogante dibujado a modo de ceja.
Su voz sonó más grave de lo que él mismo pretendía al pedirme un vaso de agua caliente.
Me resultó extraño,pero más aún mi firmeza al cederle el paso hasta el interior de la casa.
De nuevo,a medida que avanzaba,mi cabeza se iba llenando de los más locos y extravagantes argumentos ,los cuales,iban chocando estrepitosamente como centellas.
Fue entonces, cuando se quitó el sombrero y se sentó.Observaba callado mis movimientos y esperó a que llevara la tetera a la mesa para actuar.
Yo,por mi parte,estaba a punto de preguntarle ya sin más rodeos si era algún antepasado,pues era igual que Martín,el abuelo de mi madre.El chico,me dijo que se llamaba Max ;y tras dar el primer sorbo señaló hacia la ventana.
Mientras señalaba un coche de caballos de intenso  color  negro ,situado junto a la verja de madera de la vieja casa de pueblo que había heredado de los abuelos,no paraba de sonreir.
Acto seguido,me cogió de las manos y empezó a contarme aquella historia.
Pero...¿era real o inventada?¿y él?
Entonces un chispazo se encendió y comencé a reír a carcajadas ante mi ingenuidad.
Nunca había imaginado que las chicas hubieran contratado a una compañía de teatro itinerante;y mucho menos,que yo...con un pie en las nubes siempre,me hubiera creído presa de algún encantamiento o hubiera empezado a creerme víctima de una serie de visiones ,cortesía de tantas dosis de té de cerezas.Ahora, lo hemos puesto de moda en el pueblo; y ya estamos deseando que llegue la onomástica de alguna para preparar algún entuerto,eso sí,algunas de las historias pueden darnos algún susto,pero no escatimamos con tal de divertirnos y salirnos del parchís,más en un pueblo pequeño de Burgos.Ellas,las que comenzaron con mi regalo, sí que son unas verdaderas modernas de pueblo.

2 comentarios:

  1. ¡Vaya regalazo! Eso si, cuidado con las subidas de tensión y los ataques al corazón.

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    1. ¡Ya te digo!Bueno,si todavía ando por aquí con tantos disgustos, es que está fuerte o bastante repuesto...si son cosas así ,lo merecen. Joerrr yo quiero un regalo así jjajajjajaja

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