miércoles, 19 de abril de 2017

DESPEJAR LA INCÓGNITA,SUPLICAR A MARTE

Era finales de los 80 y todo lo que pensaba es que quería ser como ellas,que en cada gesto reflejaban esos viernes gloriosos plagados de libertad,o al menos a eso me sabían aquellas canciones mod entre tabaco rubio y algún que otro beso con sabor genuino a aquella bebida de la felicidad,eso sí,con azúcar y cafeína.Entonces,no existían esos objetos indeterminados y determinados que hoy en día nos complican la vida,haciéndonos prisioneros de la tecnología,donde quedamos enmarcados en fotocopias emocionales de nosotros mismos.Hoy es 13 de diciembre y sigo viva,probablemente porque lo decidí en el momento elegido;y lo que es mejor aún,a pesar de sentirme tan cercana a aquél ilustre naufrago en su isla.
Pero lo que es aplastante y certero,es que una vez asumida la sensación implacable de haberlo perdido todo,incluso a mí,es cuando surgen quizás por mera supervivencia  los plazos.
Sí,plazos...siempre funcionamos así.Como si una vez que sientes que la vida se ha parado tuvieras la obligación de seguir como si nada,con aquella vida que habías dejado. 
El problema es que ya ni siquiera los sentía como míos,yo no recordaba haber fijado la cuota para los sueños o para desempeñar una serie de tareas encomendadas,porque aquella no podía ser mi vida.Sí,es cierto que yo estaba allí en medio de todo escuchando las voces de los que me rodeaban y sin embargo ,no.Era entonces cuando recreaba los viernes de Madrid,de locales que ya no existen y de plazos de una vida,de una era,de una y mil vidas…menos de la mía.Madrid era en aquellos días un hervidero de arte y cultura y yo encontraba el bálsamo perfecto para caer en mi olvido,alejada del destino y sus desvaríos,como si clavando con chinchetas en un corcho los recortes de revistas o envuelta en el look de  videoclip pudiera parar el transcurso de las cosas,pero siempre aparece a la velocidad del rayo aquél buitre carroñero que busca la manera de sacar tajada de borrascas y anticiclones ,mientras yo,sigo intentando ordenar las capas sin que se escape nada,porque cualquier detalle o mínimo destello me puede ayudar a comprender el transcurso d eunos días que no eran el tiempo de las cerezas y que sabían al más puro licor de almendras.



Desechar las ideas muertas en sueños deshilachados
Recortar el permiso  en trazos de pizarra,
en cornisas que vacían al cielo 
Limpiando tejados,blandiendo mi cara,
oculta, sedienta ...buscando la pared en tu desliz.


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