jueves, 12 de junio de 2014
NADIE POR LAS CALLES
Parecían esconderse como las cucarachas. Todo respiraba una quietud que le dotaba a todo de un aire irreal. Los toldos de color verde,los bloques de ladrillo aguantando el peso del tiempo y las calles estrechas con los comercios cerrados esperando que el sol fuera cambiando de rumbo ,para de nuevo abrir sus puertas.
Alzó la mirada y se descubrió mirando por aquella ventana tiempo atrás y le vinieron de nuevo a la memoria el sabor de otros viernes y de otro mundo.Habría agradecido en aquellas horas de aire caliente que hubiera algo abierto,o el bar de la esquina...que tampoco estaba despierto para un café.
Al menos a lo lejos vislumbró una persona ,y sonrió para darse cuenta que cuando se iba acercandosu imagen se iba distorsionando hasta convertirse en alto etéreo,como un holograma que pudieras traspasar y que si mirabas de nuevo uno veía que estaba hecho de pequeños puntitos que trazar con un lápiz hasta completar una figura humana.Aquello le hizo estremecer y sólo deseó que llegara el día de la Fiesta Mayor,para que los seres vivos salieran de aquellas madrigueras que llamaban pisos y que se habían convertido en refugios para salvarles de cualquier ápice de humanidad que decían era contagiosa y terriblemente dañina.
Ella ,cansada,sólo pudo sentarse a esperar aquél día;que aunque fuera tan sólo un espejismo o un oasis en aquél desierto...borraría durante un tiempo aquellos días de humo transparente,calima y flores secas decorando los comercios. Tan sólo un último rayo de sol o la esperanza de aquél pequeño tallito de color verde que parecía sobresalir de entre los adoquines.
Después de la fiesta, se marcharía para no regresar y para al fin... poder olvidar.
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ya te he comentado anteriormente que nunca he vivido ni fuera de Córdoba ni de mi propia casa, no conozco lo que es vivir de los recuerdos... todos los tengo aquí a mano
ResponderEliminarPues a mí me encantaría eso, no haberme movido...y no tanto cambio. No digo que no pueda enriquecerte o inspirarte...¡pero es muy duro y más en plena adolescencia! La verdad es que aquí tengo una mezcla un tanto extraña, una especie de amor-odio con la ciudad por razones diversas. Añoro calles y sobre todo personas, pero ya no me siento de ningún sitio.
EliminarSolo falta la niebla.
ResponderEliminarSí ,le habría dado más misterio y un aire más tétrico. Pero qué va,hacía un calor de la hostia.
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