CIUDAD DE VACACIONES

En ese preciso instante dejé de verla con los mismos ojos.

Había imaginado que tendría un rostro perfecto, que a veces era redondo , un poco ovalado; y otras anguloso y de pómulos marcados. Supuse que tenía un lado oscuro como todos y que pocos conocían.

Como tantas noches, había quedado con Miguel en el puerto para tomar algo y jugar con los planetas a través de aquél telescopio que siempre le acompañaba.

Ya no había lugar a las suposiciones. Al fin pude ver cómo la nariz perfilada que veía yo cuando me asomaba a la ventana no era otra cosa que un puente serpenteando un precioso rio plateado plagado de peces de formas imposibles; y aquellos ojos rasgados que tanto me gustaban y a los que preguntaba mis dudas que trasladaría a la almohada, eran dos castillos simétricos. Uno blanco y otro negro como las piezas de un ajedrez. Aquello me dejó helada al pensar en quienes habitaban el terreno lunar.

Estaba tan absorta aquella noche junto al puerto ,que cuando separé la vista para volver a mi dimensión, ya no quedaba nadie; sólo él que fumaba un cigarro mientras observaba mi cara de asombro. En un susurro, selló mis labios de la mejor forma que sabía y dejando en el aire todas las preguntas que sabía que no me respondería. El ,también tenía dos caras, pero cambiantes. Tan  poco visibles ,que nunca sabría acertar en qué momento decía la verdad o mentía,ni cuándo decía algo en serio o en broma. Nos vimos aquél verano más de una noche. pero nunca  solos, siempre venían los astros con nosotros. Otro universo en el que el mío cada vez se hacía más pequeño y donde los problemas de mi mundo de marionetas se desvanecía en un chasquido como todas aquellas estrellas que se habían convertido en supernova.

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