HAWAI BOMBAY

Hoy ya se ha notado el calor y aunque he llegado a casa rendida y sudando la gota gorda, no me ha importado. Es más ,hasta me ha gustado y me ha llevado al sabor de las cerezas que comía camino de la piscina con mi madre para poder bañarme tranquilamente después de comer. En casa esta era la tradición en lugar de guardar esas horas de digestión, cosa que el anfibio que era y soy agradecía. No tengo demasiadas expectativas pero como he pasado los peores veranos pues la idea de horas de no hacer gran cosa y de pocos sobresaltos ya me parece estupenda. Volver a centrar un poco mi revuelto universo y colocar ciertas cosas, deshacerme de lo que ya no me sirve o me encadena. Y además ,están mis   pequeñas vacaciones que para mí sabrán a mes aunque sean de cuatro o cinco días. Y es que hoy sólo espero la tranquilidad inexistente de otros veranos sin que ésta penda de un hilo.
Saborear el olor a hierba, tocar la luna desde la terraza y volar descalza sobre el parquet.

Cerrar los ojos mientras corre el aire noctámbulo y susurro palabras que sólo entiende mi pequeño felino ,mientras enviamos juntos un mensaje a las estrellas.

Sueño con recargar pilas a base de alguna que otra brazada en la piscina mientras la gente duerme su siesta y al fin saborearé ese paseo al caer el sol mientras me prometo que al   fin leeré esos libros que están un poco olvidados y aunque no sean el amor de mi vida pues como una historia de un verano cualquiera, les daremos una nueva oportunidad.

La cocina, que me  mira con reproches desde que apenas cocino ,vivirá también su particular fiesta y haré las paces con ella; al igual que las voy haciendo poco a poco con cada uno de los recuerdos que ahora aparecen más serenos y no están al acecho anhelando vidriar mi mirada . Hoy, sé que este sol   tiene posibilidad de quemar las sombras y nubarrones ,y así, tostar los mejores deseos para poder degustarlos en su punto perfecto.