jueves, 9 de enero de 2014

ÁRBOLES

Pasas tantas veces sin mirar, sin querer recordar ese sol porque aún quema el resplandor, pero lo prefieres. Lo prefieres a los días de lluvia que era justo cuando se te antojaba pasear por allí o querías intentar colar una canasta con tu viejo balón, porque si lo conseguías, la respuesta era que sí siempre a tu pregunta. Pasos, pisadas. No puedo ,tiemblo. Y es en ese instante en el que respiras, mientras buscas nerviosamente la llave que cierra las puertas que no quieres abrir cuando en una tarde de invierno tu trabajo es además de vender la salud y la energía que a veces te falta, escuchar y sonreír. Buscas de nuevo en el bolso que engulle todo algo que te saque de ese pensamiento tan fuerte cuando casi estás rozando la esquina de tu antigua calle. Pero tiene un agujero negro y no encuentras nada dentro, sólo notas ,recuerdos y pequeños amuletos que ella me regaló .Miras alrededor y el barrio te parece más viejo, más triste y no puedes dejar de pensar en ellos, en sus vidas en los días en los que no tenían nada y lo tenían todo. Y les añoro, y busco.
Pero como pasa en la vida resbalas, patinas y todo acaba en derrape. Me incorporo ,me estiro y me hago más alta para rozar el toldo de la calle del insomnio que es distinta a como la recuerdo. En mis sueños, los ascensores del bloque van más allá de las azoteas y aunque las calles son distintas en algunas cosas, sigue su esencia agridulce tocando todo. Es un cóctel molotov, de ilusiones en días de sol y polvo de ceniza con aroma a derrota a partes iguales.
Y sólo puedo pensar en la idea de que la vida es giratoria como las puertas de algunos hoteles que odio. Vine una vez de vacaciones y me quedé a vivir aquí sin sospecharlo siquiera unos años más tarde; y dejé aquél barrio hace casi diez años para ahora ,cuando menos lo esperaba y donde ya no queda nada de mi mundo, me veo caminando y sorteando baches camino del trabajo. Los árboles del parque se quedan atrás, quizás debería haber abrazado al que me hizo el guiño para que de madera a madera nos traspasáramos algo de energía, pero estaba delgado y sentí lástima al dejarle algo de mi mochila y además no podía apurar más el tiempo. Así que a  falta de mi música engullida por mi bolsito de colores,  al menos llevaba tacones ;de esos que  resuenan y retumban hasta hacer enloquecer al cuerdo y borran mi pensamiento. Me concentro en ese sonido e imagino mis castañuelas que aún guardo impecables y que suenan alucinantes y me devuelven a mis doce años y mis horas de baile.
A lo lejos,el toldo de rayas azules y verdes intenta arrastrarme bajo mi ventana de mi pequeño dormitorio que ahora será de otra persona. Lo miro, sonrío y cambio de recorrido. La mayoría de las tiendas están aún cerradas, así que mis zapatos me han llevado a la velocidad del rayo por el laberinto de calles y mucho antes de lo que pensaba. Debe ser cierto lo sano que es concentrarse a veces en un punto, en un sonido ,para retomar las cosas. Cuando por fin llego, todo aparece en el bolso sin que tenga que buscar nerviosamente y el árbol de la puerta me saluda amablemente mientras me enseña unos dientes de ratón y me suelta un malicioso: "Usted, ha llegado a su destino."

4 comentarios:

  1. la nostalgia, los recuerdos, lo que dejamos atrás.... a veces nos hacen mucho daño al alma....

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    1. La verdad es que sí, lo peor es lo bueno que se esfuma. Al menos estuvo ahí. Nadie dijo que fuera fácil ,así que, a seguir reinventando¡no hay otra!

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  2. Al final, después de todo, todo parece arreglarse.

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    1. Se intenta, no se puede luchar contra lo irremediable, así que aprendes a vivir con ello. Unos días es más fácil que otros ,eso sí...y las pequeñas cosas son lo que te empujan a continuar. Si no ,a buscar nuevos horizontes que lo hagan todo menos tedioso!

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