PLANTAS DE INVERNADERO

No soy de costumbres pero sé que no puedo irme a dormir sin escuchar a lo lejos el camión de la basura. Es como la señal, unas veces me llega el sonido mientras bajo las persianas y otras  me despierta del último instante del largo día cuando apago la lámpara de sal y dejo el libro en la mesilla para lanzarme a otras aventuras mientras estoy en letargo.Imagino las calles desiertas y no puedo evitar sucumbir  al embrujo de abrir la ventana y respirar el intenso olor a tierra mojada. Son unos instantes que acaricio y que me gusta destapar todas las noches,antes de entrar en la primera fase del sueño. Cuando abro la ventana, no puedo evitar mirar en todas direcciones e  imaginar mil y una historias.Vidas contadas y sin contar, vidas ajenas en cada escondite. Y por último , antes de hacerme una bola y plegarme como un "POPPLE" imagino a todas las personas que he querido y que quiero de una u otra manera; y cuando cae  mi cabeza sobre la  almohada  les doy siempre  las buenas noches.Es un leve susurro que sólo algunas llegarán a escuchar y con ese pensamiento me voy a batallar, porque el mundo de los sueños es muy particular. A veces corres tanto o haces tantos kilómetros en tan pocas horas que a la luz de la mañana necesitas litros y litros de café que te saquen de esa febril nebulosa en la que cuesta tanto comenzar el nuevo día , más aún,si no salen los rayos del sol. Pero no soy la única,las palmeras ,algo cansadas se sacuden las gotas de lluvia y se encogen de hombros como yo, mientras intentan respirar pausado esperando tachar un día más ,hasta que llegue el que ansían, que les aporte algo más de calor. Luego me tocará aguantar sus lloros cuando los niños campen a sus anchas y no tengan ni un minuto ni para poder meditar o estirar sus larguísimos brazos verdes de dedos afilados.