sábado, 30 de agosto de 2014

MAGMA

Tanta densidad había ido absorbiendo prácticamente todo. Sabía que desaparecer no era la opción, quizás temporalmente algo ayudaría, pero al final encontraría otra mochila en la que almacenar todas esas cosas a las que de alguna forma se sentía atada. Ya no tenían los días ese sabor a café con sal, pero aún así seguía sin encontrar ese propósito por el que luchar o ese gran sueño al que aferrarse.
Cuando llegó a Barcelona la ciudad se había vuelto de color violeta y sintió que aire enrarecido y la extraña sensación de estar en otro lugar, ni conocido ni del todo desconocido.Sacó del bolsillo el pasaje y una sensación de ingravidez y de auténtica borrachera la engulló de lado a lado, poro a poro y en todos sus vértices.
Las letras mudas y el billete vacío y una ciudad envuelta en papel pinocho y celofán a partes iguales. Ningún autobús que la devolviera como años atrás a la Plaza Cataluña ni a Las Ramblas...Sólo
una lejana masa  de gente con aspecto verdusco_ grisáceo que peregrinaba hacia una gran pirámide que se alzaba en el Tividabo.

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