Hoy el aire no huele a ti. Sólo me llega olor a viento de poniente, a sol renovando cada desaguisado y a brisa que te trae la sensación de volver a estar vivo.
Huele a algodón de azúcar, a chocolate crujiente y se entremezclan la menta y la canela para espolvorear en el aire los mejores mensajes que no tuviste el valor o la certeza de pronunciar; ya fueran de amor, desamor,..de enfado o de risas.
El aire huele a sonidos de campanas en el pueblo, a niños desaliñados corriendo por las calles, a siestas rápidas para recobrar el sentido tras noches de insomnio pegajosas.
El viento me ha alejado de quien hacía tiempo estaba sin estar y me ha devuelto mi yo y todo lo que se había llevado. Me lo ha devuelto en un paquete con sellos de distintos países, con olor a mar y a libros usados .Manchado de aceite ,que imagino será de una gigantesca y esponjosa tortilla de patatas. Su envoltorio es sencillo ,pero me encanta mi regalo por todo lo que guarda y entraña. Ya no me asusta lo que pueda contener. No hace falta más que ver el sufrido y viajado papel de color ocre, pues requiere ya más que un esfuerzo con todo lo que ha tenido que soportar; ya que el pobre nunca fue rojo y brillante y plagado de lazos ni purpurina; pero sí de tartas de luna con sabor a limón y de estrellas bañadas de nata y azúcar glas.
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